Comunidad de Ex Alumnos

Mari Carmen Goñi

Soy socia y directora del Jardín de niños Tindelín y de la primaria y secundaria Pierre Faure; estudié la carrera de educadora, feliz entregada a la idea, a la ilusión de poder trabajar con niños pequeños.

Fue una experiencia hermosa conocer a las religiosas del Verbo Encarnado, se me hicieron personas tan humanas, sencillas y empáticas con sus alumnas. Nos encantó toda la carrera, me recibí en 1975 y conservamos una amistad y vínculos importantes con todas las compañeras.

En 1980, me presenté en el Colegio Minerva, ahora para dar clases a las futuras educadoras, después de 10-12 años dando clases, descubrí que enseñar es enseñar, yo estudié para ser maestra de preescolar y cuando descubro que puedo enseñar y conectarme con ese anhelo de las alumnas que estaban estudiando para educadoras, fue para mí otro regalo más del Minerva, una segunda riqueza. Surgió la inquietud de abrir un jardín de niños con Martha Celis, de iniciar un preescolar algo diferente, donde se escuchara al alumno, donde se tuviera una conexión muy directa con el alma de los niños para irlos acompañando en ese crecimiento y fue como abrimos el Tindelín que está cumpliendo 30 años. Luego surgió la inquietud de continuar con el modelo del padre Pierre Faure, jesuita, escuela nueva abierta que se llama educación personalizada.

En 1997 abrimos la primaria con 14 niños y la primaria fue creciendo, buscando maestras egresadas del Minerva porque sabemos que la responsabilidad, el anhelo, ese espíritu completo que te forma el Colegio Minerva no hay en otro lado, no lo tienen otras universidades que tienen ese perfil. Hemos tenido maestras excelentes profesionales, queriendo actualizarse, aprender, acercarse a los niños.

Lo que nos forma el Minerva, es esa calidez y esa empatía que tienen las religiosas del verbo encarnado, esa equidad, el poderte sentir en la misma línea con cualquier grado, respeto confianza, anhelo de ser mejor, lo adquirimos ahí. Con ese anhelo que despierta el Minerva, te dejan siempre un escalón por pisar arriba, porque nunca te sientes completa, te dan mucho, siempre de querer ser más, mejor, no en el sentido egoísta sino para poder seguir transmitiendo en lo que uno pueda dejar en los corazones de los niños y de las personas; no podía dejar de preparar y estudié la maestría en educación y así continuar nuestra institución en el nivel secundaria. En 2009 me recibí de maestra en educación, y de abuela.